El Real Betis volvió a mostrar su versión más apática en Europa con un empate sin goles ante el Genk que deja un sabor amargo y compromete su camino en la fase de grupos de la Europa League.
El conjunto verdiblanco, que apenas generó ocasiones claras, se mostró plano e irreconocible ante un rival asequible al que podía haber superado con mayor determinación. Pese a las nueve rotaciones introducidas por Manuel Pellegrini respecto al último once liguero, el técnico alineó a varios titulares y jugadores con nivel suficiente para competir al máximo, por lo que el problema no estuvo en los cambios, sino en la falta de ambición con la que el entrenador chileno afronta habitualmente los primeros tramos europeos.
A ello se sumó la escasa hambre mostrada por algunos futbolistas llamados a liderar al equipo, sin referentes en el campo que levantaran el ánimo cuando el juego se estancaba ni jugadores de peso que tiraran del grupo en los momentos de mayor apatía.
Solo el reciente fichaje Valentín Gómez rompió esa dinámica, aportando la intensidad y el carácter que le faltaron a buena parte de la plantilla.

El empate en Bélgica no solo frena las aspiraciones verdiblancas, sino que reaviva la sensación de que Pellegrini aún no logra trasladar su exigencia liguera al escenario europeo en sus primeras fases.
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